Entrevista a Abigail Treviño

A los 25 años, Abigail Treviño ha demostrado que la fuerza de voluntad puede más que cualquier obstáculo. Originaria de Villa Unión, Coahuila, hija de una familia trabajadora conformada por sus padres, dos hermanas y un hermano, Abigail se ha forjado a base de esfuerzo, disciplina y sacrificios. Su historia es la de miles de jóvenes del norte de Coahuila que buscan superarse sin depender de nadie, abriéndose camino con sus propias manos y convicción.
—Abigail, ¿cómo comenzó tu vida laboral?
"Desde los 15 años he trabajado. Mi primer empleo fue en Villa Unión, en Los Tacos, donde duré dos años. Después trabajé en una tienda que antes se llamaba “El Click”. Durante las vacaciones solía tener dos trabajos: por las mañanas en la tienda y por las tardes en los tacos, donde atendía hasta altas horas de la noche, especialmente los fines de semana".
—¿Qué te impulsó a trabajar desde tan joven?
"Las ganas de salir adelante. En mi familia no siempre se podía costear la escuela, así que decidí hacerlo yo misma. No fue fácil. Hubo momentos en que tenía que decidir entre comer o pagar una colegiatura, pero nunca me rendí. Siempre tuve presente que quería graduarme y tener una profesión".
—¿Dónde realizaste tus estudios y qué carrera elegiste?
"Estudié Ingeniería en Procesos de Manufactura en la Universidad Vizcaya de las Américas, en Piedras Negras. Al principio fue complicado porque trabajaba entre semana y los sábados iba a clases. Había veces que apenas dormía, pero sabía que era parte del proceso. Decidí sacrificar salidas, fiestas y descansos para enfocarme en lo que quería: terminar mi carrera".
—¿Cuál fue el reto más grande durante tu etapa como estudiante y trabajadora?
"El cansancio. A veces me levantaba antes del amanecer para ir a trabajar en Allende, regresaba a Villa Unión, y los sábados me tocaba madrugar más para ir a la escuela en Piedras Negras. Había días en que pensaba en darme de baja, que me sentía rebasada por el gasto y el agotamiento. Pero me repetía a mí misma que no podía rendirme".
—¿Cómo fue ese momento en que por fin te graduaste?
"Fue una mezcla de orgullo, alivio y emoción. Cuando recibí mi título, recordé todos esos momentos de cansancio, las veces que lloré por frustración o por no poder más. Pero ahí entendí que todo valió la pena. Es algo que nadie me puede quitar, porque fue fruto de mi esfuerzo".
—Sabemos que también eres muy constante en el gimnasio. ¿Qué representa para ti entrenar?
"El gimnasio es mi terapia, mi espacio personal. Claro que hay días en que no quiero ir, pero una vez que empiezo a entrenar, todo cambia. Me despeja la mente y me da energía. Además, me ha enseñado disciplina, constancia y a sentirme orgullosa de mis propios avances, aunque sean pequeños"
—¿Crees que esa disciplina en el entrenamiento se refleja en tu vida diaria?
"Totalmente. La disciplina que se construye en el gimnasio se refleja en todo: en tu trabajo, tus hábitos y tus metas. Aprendes a tener constancia, a no rendirte aunque no veas resultados inmediatos. El gimnasio me ayudó a fortalecerme no solo físicamente, sino también emocionalmente".
—¿Qué le dirías a las mujeres que atraviesan un camino similar al tuyo?
"Que no dependan de nadie, que confíen en su capacidad. Muchas veces nos dicen que no podemos o que necesitamos de alguien para lograr las cosas, pero no es así. Todo lo que tengo —mi carrera, mi trabajo, mis cosas— lo conseguí sola. Eso me llena de orgullo. Que ninguna mujer permita que alguien le diga que no puede".
—¿Qué metas tienes ahora que lograste graduarte y estabilizarte?
"Ahora quiero seguir avanzando. Me gustaría comprarme un carro para moverme con más facilidad y, a futuro, tener mi propia casa. También quiero fortalecer mi emprendimiento de pedicure, que ahorita está pausado, pero pienso retomarlo. Es algo que me gusta y que me da otro ingreso. Además, estoy en una plataforma llamada Fanova, parecida a Instagram, donde comparto fotos pero todo con contenido sano. Espero que siga creciendo porque también representa una oportunidad".
—¿Qué te ha enseñado todo este recorrido?
"Que la vida se construye a base de sacrificios, pero que esos sacrificios valen la pena. A veces hay que dejar a un lado la vida social, el descanso o ciertos gustos para enfocarte en lo que realmente importa. Y cuando ves los resultados, todo cobra sentido".
La historia de Abigail Treviño es la de una joven que no esperó que las oportunidades tocaran a su puerta: salió a buscarlas. Su esfuerzo la llevó a estudiar, trabajar y salir adelante por mérito propio. Hoy, con la frente en alto y la mirada en el futuro, representa a una generación de mujeres que no se rinden, que se caen, se levantan y vuelven a intentarlo, porque saben que cada sacrificio, tarde o temprano, trae su recompensa.
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