Entre mochilas y sueños, Alejandro demuestra que nada lo detiene para aprender

Alejandro, de 7 años, volvió a la escuela con entusiasmo, demostrando que los diagnósticos no definen sueños.
Con apenas siete años, Alejandro García Robles se ha convertido en un ejemplo de fortaleza y alegría. Este lunes regresó a clases en la primaria Monclova 400 ubicada en Praderas del Sur, donde cursa segundo grado, acompañado de su inseparable silla de ruedas. Su diagnóstico médico incluye parálisis cerebral, hidrocefalia, displasia broncopulmonar y retraso psicomotor; sin embargo, ninguna de estas condiciones ha sido un obstáculo para que Alejandro viva con entusiasmo su derecho a aprender.
Desde pequeño, los especialistas advirtieron que lo más probable era que Alejandro no pudiera integrarse a la sociedad, y hace unos años una escuela regular estaba muy lejos, su lugar debía ser un Centro de Atención Múltiple (CAM). Pero su inteligencia, sus ganas de salir adelante y su progreso constante han sorprendido a médicos, maestros y familiares. Hoy, no solo asiste a la escuela regular, sino que también se ha ganado el cariño y la admiración de toda su comunidad.
Rutina con esfuerzo
El día de Alejandro empieza muy temprano. A las 5:30 de la mañana se levanta, se baña, desayuna y toma sus medicamentos para prevenir crisis asmáticas. Cada actividad le requiere más tiempo que a otros niños, pero nada le roba las ganas de llegar puntual a su escuela. Quince minutos antes de las ocho, ya está listo para salir rumbo a la Monclova 400, siempre con una sonrisa.
Este primer día de clases, Alejandro no podía ocultar su emoción por estrenar su mochila, lonchera y termo de Minecraft, su videojuego favorito. Con ellos llegó radiante al aula, listo para aprender, convivir y seguir demostrando que sus diagnósticos no limitan sus sueños.
Amor e inclusión
Su madre, Brenda Robles, lo acompaña diariamente durante toda la jornada escolar, esperando en la dirección para asistirlo si lo necesita, ya que aún se encuentra en proceso de controlar el esfínter. Brenda agradece profundamente la manera en que la escuela ha recibido a su hijo: “Nos decían que no podía estar en una escuela escolarizada que no fuera un CAM, pero aquí en la 400 nos abrieron las puertas. Mi hijo jamás se ha quedado fuera de algo y eso me llena de felicidad”.
Avances que sorprenden
Aunque escribir le resulta complicado debido a su condición, Alejandro avanza poco a poco en la lectoescritura. En la lectura también muestra progreso, y lo hace a su propio ritmo. Uno de los logros más significativos es que, pese a los pronósticos de que nunca socializaría, hoy su lenguaje verbal es del 100%, comunicándose con soltura y compartiendo momentos con sus compañeros.
"Tú eres, tú propio límite" aunque sea pequeño y difícil de creer, es la frase que el pequeño Alejandro siempre pronuncia y la hace sentirse motivado para salir adelante y enfrentar con valentía todos los retos que se le ponen enfrente.
Alejandro es más que un estudiante: es un símbolo de resiliencia, tenacidad y esperanza. Su historia demuestra que, con apoyo, inclusión y amor, los diagnósticos médicos no determinan lo que un niño puede alcanzar. Cada paso que da en su proceso escolar inspira a quienes lo rodean, recordando que el verdadero aprendizaje se construye con perseverancia y corazón.
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