En misa dominical llaman a reconstruir la fe y la comunidad cristiana

En misa dominical, el padre Francisco invita a reconstruir la fe y comunidad cristiana cuidando el corazón como templo del Espíritu Santo.

La verdadera reconstrucción comienza en el corazón de cada persona, donde debe habitar el amor, la compasión y el deseo de servir.

Durante la misa dominical en la parroquia Santiago Apóstol de Monclova, el padre Francisco Isaac Cortés reflexionó sobre el Evangelio en el que Jesús expulsa a los mercaderes del templo, invitando a los fieles a cuidar su cuerpo y su corazón como verdaderos templos del Espíritu Santo, y a vivir la fe desde la misericordia.

La Basílica de Letrán, madre de todas las iglesias

El padre Isaac explicó que la Basílica de San Juan de Letrán, cuya dedicación celebra la Iglesia Universal, es considerada la Basílica Madre de toda la cristiandad, incluso por encima del Vaticano. Esta conmemoración, señaló, va más allá de una simple construcción física, pues representa la unidad y la fe que sustentan la Iglesia como comunidad viva. Recordó que el templo material es un símbolo de la presencia divina y del llamado a mantener la pureza del alma.

Cuerpo y espíritu, templos del Espíritu Santo

En su homilía, el sacerdote recordó las palabras de Jesús cuando dijo que el templo sería destruido y reconstruido en tres días, refiriéndose a su propio cuerpo. Mencionó que los judíos tardaron 46 años en edificar el templo de Jerusalén, lo que simboliza el contraste entre la obra humana y la obra divina. Destacó que el cuerpo humano es también morada del Espíritu Santo, una creación que debe conservarse con respeto y dedicación, porque en ella habita la vida que Dios concede a cada persona.

Reconstruir la Iglesia desde el corazón

El padre Cortés recordó que Dios inspiró a San Francisco de Asís con las palabras “reconstruye mi Iglesia”, no refiriéndose a un templo de piedra, sino a la comunidad de creyentes. Mencionó que el Papa Francisco retomó este mismo llamado al elegir su nombre, para enfatizar la necesidad de renovar la fe desde el interior. La verdadera reconstrucción, dijo, comienza en el corazón de cada persona, donde debe habitar el amor, la compasión y el deseo de servir.

Casa de oración y no mercado

Basado en el pasaje evangélico, el sacerdote exhortó a los fieles a no convertir la casa del Padre en un mercado, recordando que la Iglesia es un lugar de encuentro y oración, no de intereses materiales. Explicó que el templo de Dios es universal, abierto a todos sin distinción, y que su propósito es ofrecer misericordia y consuelo, no comercio ni exclusión. Invitó a los presentes a cuidar tanto los templos arquitectónicos como el templo interior, fomentando la solidaridad y el amor fraternal que fortalecen a la comunidad cristiana.

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