El olvido también se castiga: abuelos en abandono
El abandono de adultos mayores en Coahuila es un delito grave, castigado con cárcel y multas. No es solo una crueldad, es una acción penalizable.

Dejar a un adulto mayor en el olvido no solo causa dolor y soledad; también puede castigarse con años de cárcel y severas multas.
Abandonar a un abuelo no es solo un acto de crueldad emocional, es un delito. Detrás de cada adulto mayor olvidado hay una historia de indiferencia, de puertas cerradas y de días interminables de silencio. En Coahuila, este abandono no solo se castiga moralmente, sino también con penas de prisión.
De acuerdo al artículo 211 del Código Penal de Coahuila abandono de persona incapaz de valerse por su misma, abarca cuando una persona deja sin cuidado a un adulto mayor o un ser humano incapaz de valerse por sí mismo esto, incurre en el delito de abandono, lo que puede acarrear consecuencias legales graves, especialmente si el abandono provoca daño o incluso la muerte.
63 abuelitos viven en abandono en la Región Centro
El problema no es aislado. En la Región Centro de Coahuila, existen 63 adultos mayores que viven en estado de abandono, según datos del DIF Regional, encabezado por Diego Siller. Estos casos representan solo los que han sido atendidos oficialmente, pero podrían ser muchos más los abuelitos que sobreviven sin compañía ni apoyo, ocultos entre la pobreza, la enfermedad y el olvido.
Detrás de cada cifra hay un rostro, una historia y una vida que lucha por ser vista. Algunos, lamentablemente, no logran resistir los estragos del abandono.

Murió solo entre basura: el caso de don Juan Sánchez
El pasado martes 28 de octubre, la tragedia tocó nuevamente a Monclova. En una vivienda de la colonia Telefonistas, sobre la calle Jalapa, fue hallado sin vida don Juan Sánchez, de 89 años, quien murió solo, rodeado de basura y sin atención médica. Vecinos alertaron a las autoridades y al ingresar, confirmaron la desgarradora escena. Se presume que vivía completamente solo, en condiciones insalubres.
El caso de don Juan podría encuadrar dentro del Artículo 211 del Código Penal de Coahuila, que sanciona el abandono de personas incapaces de valerse por sí mismas.

Lo que dice la ley
El abogado Miguel Ángel Reyna explicó que el Artículo 211 busca proteger la vida y la integridad de los más vulnerables: menores, enfermos y adultos mayores. “El delito se configura cuando alguien con la obligación moral o legal de cuidar a una persona vulnerable la deja sola o sin atención, poniendo en riesgo su vida o su salud”, explicó.
Las penas varían dependiendo del daño causado: Si el abandono genera riesgo o daño leve, la sanción va de uno a cinco años de prisión. Si el abandono provoca la muerte, puede alcanzar hasta ocho años o más, además de multas económicas. Reyna agregó que, incluso si el abandono no fue intencional, la ley no exime de responsabilidad. “Si hubo negligencia o descuido y la persona quedó en peligro, el delito se configura igual”.
Los abuelos también pueden exigir manutención
La ley en Coahuila también permite que los adultos mayores demanden una pensión alimenticia a sus hijos o incluso a sus nietos profesionistas cuando estos tengan los medios económicos para apoyarlos. Esta medida busca garantizar que los ancianos no sean desamparados y que las familias cumplan con su deber moral y legal.
“No necesito aletas para andar, yo nado solo”
Entre las historias de soledad que aún tienen voz está la de don Lucio Peña Morales, de 85 años, quien vive en la colonia Zapata junto a una hermana que casi nunca está en casa. “Me siento joven de corazón, pero acepto mi cuerpo ya no puede con muchas cosas”, dice con una sonrisa. Tiene tres hijos, pero todos trabajan y, aunque lo apoyan, pasa la mayor parte del tiempo solo.
“No me dan mucho, pero siempre me ayudan ni para que digo que no. Dicen que da más el que no tiene que el que tiene, porque el que tiene prefiere que se le pudra en la bolsa”, comenta con resignación.
Vive de pedir limosna, pero no pierde la esperanza
Cada mañana, don Lucio camina desde su casa hasta el cruce del bulevar Pape con Madero, donde pide dinero para comprar despensa. “Me gusta el bistec y chuletas, soy de buen diente”, dice entre risas. Sale a las nueve de la mañana y regresa al mediodía. “La gente es buena me ayuda. Me gusta salir porque me distraigo y no pienso tanto en que estoy solo”.
Aun así, reconoce que muchos hijos se olvidan de sus padres cuando crecen y se van a trabajar. “Algunos ya ni los visitan. La soledad de un viejo no la entienden hasta que les toca vivirla”, aseguró.
La soledad también es una condena
Don Lucio asegura que ha aprendido a convivir con el silencio: “Siempre voy a estar solo, pero te acostumbras. No necesito aletas para nadar, yo nado solo”. Sus palabras son una mezcla de fortaleza y resignación, una verdad que duele en un país donde envejecer parece una condena.
Casos como el de don Juan Sánchez no solo son tragedias humanas, sino alertas legales y sociales. El abandono mata, pero también se castiga. El llamado es claro: cuidar de los adultos mayores no es un favor, es un deber.
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