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Despiden a religiosas que por más de 25 años sirvieron en el orfanato Casa de Nazareth

Las religiosas han sido un gran apoyo en esta labor de recibir a menores que sufren de violencia familiar

Despiden a religiosas que por más de 25 años sirvieron en el orfanato Casa de Nazareth: Las religiosas han sido un gran apoyo en esta labor de recibir a menores que sufren de violencia familiar
José Gaytán
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En una emotiva ceremonia de acción de gracias celebrada en las instalaciones de la Casa de Nazareth, la Diócesis de Piedras Negras despidió formalmente a un grupo de aproximadamente 10 religiosas, quienes durante más de 25 años dedicaron su vida al servicio de niñas y niños en situación vulnerable, marcando así el cierre de un capítulo significativo en la historia de este ministerio de atención y protección a la infancia.

La misa fue presidida por el Obispo de la Diócesis, Monseñor Alfonso Miranda Guardiola, quien conmovido agradeció públicamente la entrega, generosidad y vocación de servicio de las hermanas religiosas, pertenecientes a una congregación dedicada a las obras de misericordia y al cuidado de los más necesitados. En sus palabras, el prelado subrayó que “la vida consagrada es un testimonio silencioso pero firme del amor de Dios, y en este lugar se vivió esa vocación con entrega total”.

Una labor silenciosa pero trascendente

La presencia de estas religiosas en Casa de Nazareth trascendió el simple cuidado material de los menores; su labor implicó acompañamiento emocional, atención espiritual, educación básica y formación en valores para decenas de niños y niñas que, por distintas circunstancias —en su mayoría relacionadas con violencia intrafamiliar, abandono o negligencia— fueron canalizados a esta institución.

Durante más de dos décadas, este grupo de mujeres dedicó su vida cotidiana a atender las múltiples necesidades de la infancia desprotegida, siendo madres sustitutas, maestras, enfermeras, cocineras, psicólogas y guías espirituales, todo al mismo tiempo y sin recibir más retribución que el amor de los pequeños y la fe en su vocación.

Muchos de los menores que han pasado por Casa de Nazareth hoy son adultos integrados a la sociedad, y varios de ellos han compartido públicamente que las religiosas jugaron un papel determinante en su formación y en la reconstrucción de su confianza en los demás. Ese legado permanece, aunque sus rostros ya no estén físicamente dentro del orfanato.

Una transición prevista por normas eclesiales

De acuerdo con lo establecido por las leyes canónicas y los estatutos internos de la vida consagrada, las religiosas están sujetas a períodos de servicio en determinadas obras pastorales, y una vez cumplidos estos ciclos, pueden ser destinadas a otras regiones del país o del extranjero, donde sus comunidades consideran que su servicio es requerido.

En este caso, tras más de 25 años de permanencia en Piedras Negras, las hermanas presentaron su renuncia voluntaria al ministerio local, con el fin de seguir sirviendo en otros lugares donde la misión las necesite. Se trata de una práctica común en la Iglesia Católica, en la que la obediencia y la disponibilidad total son parte esencial del carisma religioso.

Monseñor Miranda explicó que esta decisión fue tomada en común acuerdo con las superioras de la congregación, y que aunque implica una pérdida sensible para la comunidad local, también representa una oportunidad para que nuevas formas de atención y cuidado puedan ser implementadas en Casa de Nazareth, de la mano del equipo laico que permanecerá en el lugar.

Casa de Nazareth, al servicio de la niñez vulnerable

Fundada con el objetivo de brindar refugio, cuidado y formación a menores víctimas de violencia o en estado de abandono, la Casa de Nazareth es una de las obras más representativas de la pastoral social en la Diócesis de Piedras Negras. Actualmente, el orfanato opera a su máxima capacidad con 15 niños, todos canalizados por instancias como el DIF o los juzgados familiares.

Las instalaciones, ubicadas en un sector tranquilo de la ciudad, cuentan con dormitorios, aulas, capilla, cocina, áreas de esparcimiento y zonas verdes, todo enfocado en ofrecer un entorno seguro, limpio y formativo para los menores. El lugar es sostenido gracias a donativos de la comunidad, apoyo de la Iglesia y ocasionalmente recursos públicos, aunque en su mayoría subsiste por el esfuerzo conjunto de voluntarios, benefactores y personal capacitado.

Con la salida de las religiosas, la Diócesis ha informado que se mantendrá una estructura operativa sólida, con profesionales en psicología, trabajo social, educación y atención integral a la infancia. Asimismo, no se descarta que en un futuro próximo se pueda solicitar el apoyo de otra congregación religiosa que retome el acompañamiento espiritual y humano que tanto marcó la historia del orfanato.

Reconocimiento y gratitud

Durante la misa, a la que asistieron representantes de diversas parroquias, agentes de pastoral y miembros de la comunidad, se vivió un ambiente de profunda gratitud. Al término de la celebración, se realizó un acto simbólico de despedida, en el que se entregaron reconocimientos a las religiosas, junto con cartas y pequeños obsequios preparados por los niños y el personal del orfanato.

El Obispo, visiblemente conmovido, hizo énfasis en que la Iglesia agradece profundamente a cada consagrada por su entrega discreta, por su testimonio de fe y por haber hecho de Casa de Nazareth un auténtico hogar para quienes más lo necesitaban. “Han sembrado esperanza en terreno árido, han curado heridas invisibles y han dado familia a quienes no la tenían”, dijo.

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