Del cabaret a la cárcel: historia de “La Princesa Yamal”

Bailó para las multitudes, cayó por un escándalo y resurgió: la historia de “La Princesa Yamal” está marcada por gloria, tragedia y redención.
Isabel Camila Masiero, mejor conocida como “La Princesa Yamal”, fue una figura clave de la vida nocturna en México durante las décadas de 1970 y 1980. Su carrera se vio marcada por el éxito, el escándalo y la resiliencia, en una trayectoria que la llevó del brillo del cabaret a una celda en prisión, y finalmente, a la memoria colectiva como un ícono de su época.
Isabel Camila Masiero, nacida en julio de 1946 en Mendoza, Argentina, fue una joven de origen católico e italiano que descubrió su pasión por la danza oriental en la adolescencia. A los 17 años debutó como bailarina de danza árabe en centros nocturnos de su país natal, iniciando una carrera que rápidamente la llevaría a la fama.
Fue en Panamá, en el centro de espectáculos “Playboy”, donde un empresario mexicano la descubrió y le ofreció trabajar en México, promesa que cambió su vida. Así llegó al cabaret “El 77”, en la Zona Rosa del entonces Distrito Federal, donde su talento y carisma la posicionaron como una de las vedettes más destacadas.
El nombre de “La Princesa Yamal”, que en árabe significa “belleza”, se volvió recurrente en marquesinas de cabarets como El Capri y en películas del cine de ficheras. Participó en cintas como “Noches de cabaret”, “La vida difícil de una mujer fácil” y “A garrote limpio”, además de aparecer en programas como “Variedades de medianoche” con El Loco Valdés.
Pero su carrera se desplomó en 1989, cuando fue vinculada a uno de los robos más importantes de la historia cultural mexicana: el saqueo al Museo Nacional de Antropología, ocurrido en 1985. Una fotografía en la que aparecía junto a los implicados fue suficiente para que se le señalara públicamente.
Yamal fue encarcelada en el Reclusorio de Tepepan por casi tres años sin un juicio justo, pese a declarar que su única relación con los involucrados era a través del padre de su hija, Atina, nacida en 1988. Finalmente, logró probar su inocencia, pero su reputación quedó marcada.
Tras su liberación, enfrentó adicciones y el rechazo de una industria que ya no era la misma. Su resurgimiento comenzó con el documental “Bellas de noche” (2016), dirigido por María José Cuevas, donde compartió escena con Olga Breeskin, Wanda Seux, Lyn May y Rossy Mendoza. En este trabajo, se les rindió homenaje a las vedettes que marcaron la historia nocturna de México.
En ese documental, Yamal reveló detalles íntimos de su vida y mostró que, pese al paso del tiempo, su espíritu no había cambiado. Vivía en Acapulco, donde se dedicaba a ofrecer tratamientos de belleza y guardaba recuerdos de su época dorada, incluida una pintura de ella misma desnuda, como símbolo de su pasado glorioso.
En 2017, volvió a los escenarios con el show “Divas por siempre”, junto a Wanda Seux y Lyn May, mostrando que el brillo de las vedettes aún podía resplandecer.
"La piel envejece, pero el alma no", dijo Yamal en una de sus últimas entrevistas, reafirmando su espíritu resiliente y su legado en la cultura popular.
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