Comerciante comparte que, las ventas de frutas y productos naturales han caído sin medida
Crispín Guerrero Reyes, comerciante ambulante de fruta y productos naturales, describe con tristeza el panorama económico actual: “Hay mucha gente, pero toda está pobre, no tiene dinero”, dice mientras acomoda sus productos a las afueras del block B de la Clínica 7 del IMSS, sobre la calle De la Fuente.
Durante años, Crispín logró mantener buenas ganancias, llegando a vender hasta 4 mil pesos en un día bueno. Hoy, sin embargo, las cifras han caído de forma dramática. “Apenas y saco la mitad o menos”, lamenta, mientras muestra su canasta con duraznos, ciruelas, manzanas y guayabas, todos productos frescos traídos desde Zacatecas y Sacramento.
Frutas y productos naturales que no se venden
Además de frutas de temporada, Crispín también ofrece chile piquín, pistaches, tunas, melón, miel, nueces y dulces de leche. Sin embargo, dice que los clientes sólo se acercan a preguntar, pero no compran. “Nada más preguntan, pero no compran o es muy poquito”, relata resignado.
Antes, de cada peso invertido en su mercancía, Crispín lograba una ganancia del 10%, margen suficiente para sostenerse y reinvertir. Pero en este 2025, las ganancias apenas llegan al 5%, lo que no solo limita su ingreso, sino que también dificulta mantener la variedad y calidad de sus productos.
Crispín considera que la migración de muchas personas en busca de trabajo ha dejado menos clientes en la ciudad, y los que permanecen no tienen dinero para gastar en productos naturales o saludables. “La gente ya no se cuida, no porque no quiera, sino porque no puede”, afirma.
Merma, enemigo silencioso
Como si las ventas bajas no fueran suficiente, Crispín enfrenta otro problema: la merma. “A veces no se vende, y se echa a perder lo que traje con tanto esfuerzo”, dice mientras recoge algunos frutos que ya no podrá ofrecer. Esta pérdida directa de producto agrava la difícil situación económica que vive.
A pesar del panorama, Crispín sigue acudiendo a su lugar de venta todos los días. “Uno no se puede quedar en la casa esperando que mejore, hay que luchar diario”, concluye con firmeza, aunque en su mirada se asome el cansancio de quienes llevan meses tratando de sobrevivir a una crisis sin tregua.