Crisis de recolección de basura en Nava: reflejo de abandono y deterioro urbano
Lo que inició como un problema en la delegación V. Carranza alcanzó a la cabecera municipal de Nava

El municipio de Nava, Coahuila, enfrenta una crisis creciente que pone en evidencia el profundo deterioro en los servicios básicos: la recolección de basura, una de las funciones más esenciales en cualquier administración local, se ha convertido en un problema que escala rápidamente y que deja en claro la falta de una planeación eficiente y de capacidad para atender lo elemental.
Lo que inicialmente parecía una situación aislada, limitada a ciertas zonas de la delegación Venustiano Carranza, ha comenzado a extenderse peligrosamente hacia la cabecera municipal, generando un panorama preocupante. Las imágenes que circulan muestran calles cubiertas por montones de basura, bolsas amontonadas sin control y una infraestructura urbana colapsada por la negligencia. El problema ya no es solo estético ni una simple molestia ciudadana: se ha convertido en una emergencia sanitaria latente.
El colapso de un servicio esencial
En cualquier comunidad, la recolección de basura es más que una rutina logística: es un reflejo del orden, la gestión y la atención al bienestar de sus habitantes. En el caso de Nava, la falla en este servicio pone en evidencia el abandono institucional, el rezago en las políticas públicas locales y la desconexión total entre la administración y las necesidades básicas de la población.
Las montoneras de basura que hoy invaden las banquetas no son solo residuos. Son símbolo de una administración colapsada, que parece haber renunciado a ejercer funciones mínimas. La acumulación de desechos no distingue colonias ni sectores; lo mismo afecta a barrios populares que a zonas céntricas. El mal olor, la proliferación de fauna nociva y la contaminación visual dan cuenta del grado de abandono urbano que vive Nava.
De la periferia al centro: la expansión del problema
La situación inició en Venustiano Carranza, donde la acumulación de basura fue atribuida a un conflicto con la empresa recolectora por falta de pagos. Sin embargo, lejos de resolverse, el problema se ha ido expandiendo. Hoy alcanza a la cabecera municipal, lo que demuestra que no existe un plan de contingencia, ni mecanismos de respuesta por parte de la autoridad.
El impacto de este abandono se traduce en múltiples niveles. En lo ambiental, por los gases tóxicos que libera la descomposición de los residuos y por la contaminación del suelo y aire. En lo sanitario, por la exposición directa de la población —especialmente niños y adultos mayores— a agentes infecciosos que pueden derivar en enfermedades gastrointestinales, respiratorias y dérmicas. Y, por supuesto, en lo social, ya que la basura se convierte en una fuente visible del hartazgo ciudadano, símbolo de una administración ausente y desinteresada.
Nava: de ejemplo regional a foco de descomposición
Nava ha sido en otros momentos referente por su dinamismo económico y social en la región norte de Coahuila, pero el contexto actual muestra un viraje preocupante. Hoy se habla de descomposición institucional, de servicios públicos rebasados y de una administración incapaz de responder a lo más básico: el saneamiento urbano.
Cuando el servicio de limpia colapsa, todo lo demás también comienza a deteriorarse. La basura no recogida se esparce con el viento, invade espacios públicos, llega a los arroyos y termina arrastrada por las lluvias a canales y ríos, generando problemas aún mayores de contaminación. A esto se suma el abandono de otras áreas urbanas: camellones sin mantenimiento, parques en estado deplorable y banquetas convertidas en muladares.
Una muestra más de desigualdad urbana
Este escenario también visibiliza la brecha de desigualdad entre municipios en el estado. Mientras algunas ciudades como Saltillo o Monclova mantienen sistemas de recolección relativamente estables, en municipios más pequeños como Nava, la ineficiencia administrativa se hace evidente y castiga directamente a quienes menos recursos tienen para hacer frente a una emergencia sanitaria.
No es casualidad que los sectores más afectados por la crisis de basura sean también los de menor ingreso económico. En muchas colonias periféricas, los vecinos se ven forzados a quemar los residuos como única alternativa, lo que además de ser peligroso, representa una práctica altamente contaminante. Es aquí donde se entrecruzan la falta de recursos, la omisión de las autoridades y la marginación social, configurando un escenario de alta vulnerabilidad para los más desprotegidos.
Un problema que evidencia la falta de gobernabilidad
El tema de la recolección de basura puede parecer menor en el espectro de los grandes problemas sociales. Sin embargo, su colapso tiene implicaciones directas en la gobernabilidad de cualquier administración. Si un gobierno local es incapaz de recolectar la basura de sus calles, ¿cómo puede aspirar a resolver problemas más complejos como el desarrollo económico, la seguridad pública o la atención a la salud?
Lo ocurrido en Nava, especialmente bajo una administración emanada de MORENA como la del alcalde Iván Ochoa, abre una discusión más amplia sobre la falta de estructura técnica, operativa y financiera en los gobiernos municipales que no cuentan con planes de desarrollo sólidos ni con cuadros profesionales para atender sus funciones básicas. En lugar de generar soluciones sostenibles, se opta por la improvisación o por medidas tardías que no resuelven de fondo la crisis.
Conclusión: La basura como termómetro del fracaso
La acumulación de basura en Nava no es solo un problema de higiene o estética urbana. Es una manifestación tangible de la desorganización institucional, del abandono de políticas públicas básicas y de la erosión del pacto social entre gobierno y ciudadanía. La basura en las calles no es el inicio del problema, sino el último síntoma de una cadena de omisiones, negligencias y decisiones mal tomadas.
El deterioro en los servicios públicos no solo afecta la imagen de un municipio, sino que corroe la calidad de vida de sus habitantes y siembra desesperanza. Mientras la basura siga acumulándose, lo único que crecerá será el malestar social, el riesgo sanitario y el descrédito institucional.
Nava, un municipio con potencial, hoy enfrenta una prueba crítica. La respuesta —o la ausencia de ella— marcará el rumbo de su futuro inmediato. La ciudadanía ya no espera promesas: exige soluciones urgentes. Porque mientras la basura se acumula en las esquinas, lo que verdaderamente está en juego es la dignidad de toda una comunidad.
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