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Crece la informalidad y rebasa a los negocios establecidos en una proporción de 62 y 38%

Vendimia en la calle
Criselda Farías/El Tiempo de Monclova
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La proliferación de negocios informales, especialmente de comida callejera, preocupa por los riesgos sanitarios que implica y la falta de control por parte de autoridades.

La informalidad en la ciudad crece y representan el 62% en existente contra la formalidad en un 38%, en un fenómeno que ven en Monclova como a nivel nacional, destacó Oscar Mario Medina, presidente de la Canaco, en todo tipo de negocios y más observan en los de alimentos en la vía pública.

Agregó que la venta de comida en la calle representa un peligro para los consumidores pues en Monclova el calor rebasa los 40 grados y el polvo de los automotores cubre todo, la venta de alimentos preparados en la vía pública se ha convertido en una amenaza invisible pero latente.

Sin una regulación ni supervisión, estos negocios informales exponen a la población a productos que pueden estar contaminados y provocar enfermedades que podrían evitarse, advirtió el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco).

Comer en la calle: barato, fácil, pero peligroso

El dirigente de Canaco señaló que hay un aumento de negocios informales, en especial los relacionados con la venta de comida  y, entienden que debido ala situación económica que existe, las personas buscan tener un ingreso, sin embrago,considera que debe haber un control por parte de las autoridades e inspección sanitaria.

Medina señaló que estos puestos, muchas veces instalados en esquinas transitadas o cerca de zonas escolares y comerciales, operan sin cumplir con las mínimas normas de sanidad.

“La comida está expuesta al polvo, al humo de los vehículos, a temperaturas extremas que provocan su descomposición rápida, y lo peor es que no hay un control sanitario por parte de las autoridades”, alertó Medina.

El dirigente explicó que estos alimentos, al no contar con refrigeración adecuada ni un manejo higiénico en su preparación, representan un riesgo potencial para la salud de los consumidores.

“Desde unas aguas frescas hasta una torta mal preparada pueden derivar en enfermedades gastrointestinales o infecciones más graves”, subrayó.

Informalidad desbordada y sin freno institucional

Medina aseguró que la situación está rebasando no solo a los empresarios formales, sino también a las propias autoridades dado que tienen información oficial de estudios sobre la informalidad y los porcentajes se han intercambiado, antes la formalidad era mayor y hoy es lo contrario.

“Hace apenas un año y medio la informalidad representaba el 45% del mercado; hoy ya se estima que ronda el 62%, es decir, la formalidad ha caído a 38%”, dijo.

Esta tendencia se ha convertido, según sus palabras, en una “práctica nacional”, donde cada vez más personas optan por instalar un negocio informal, muchas veces en la vía pública, sin permisos, sin controles y sin las obligaciones fiscales ni sanitarias que tiene un comercio formal.

“Es más fácil vender en la calle pagando una cuota mínima al municipio, que invertir en un local, cumplir con normas de higiene, pagar impuestos, salarios, seguridad social e Infonavit”, lamentó el líder empresarial.

Restauranteros formales, en desventaja frente a lo informal

El tema, incluso, ya ha sido tratado dentro de la Unión de Organismos Empresariales, donde el área restaurantera ha manifestado su preocupación. “El señor Arellano, dirigente del sector restaurantero, expuso en una reunión que la competencia desleal de la comida callejera es insostenible. Vamos a llevar este planteamiento al secretario de Economía y posiblemente hasta con el gobernador”, adelantó Medina.

Desde Canaco, aseguran que quienes operan legalmente lo hacen bajo estrictas reglas de salubridad.

“Quien pone una taquería formal, cumple con reglamentos, capacita a su personal, adquiere equipo adecuado, y da garantías al consumidor. Eso no ocurre en la informalidad”, apuntó.

Un llamado a la ciudadanía y a las autoridades

Medina hizo un llamado a la ciudadanía: “Hay que tener cuidado con lo que consumimos. Muchas veces lo barato sale caro. Comer en la calle sin saber cómo fue preparada esa comida, puede derivar en graves problemas de salud”.

Reconoció también que el sistema de salud está saturado y que muchas personas carecen de seguros médicos, lo que agrava la situación cuando se enferman por consumir productos contaminados.

Desde Canaco se están recopilando datos y se trabaja con la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio para llevar cifras y propuestas concretas al poder Ejecutivo, debido a que no es solo un problema económico, sino un tema de salud pública que debe atenderse, señaló.

una tarea urgente y compartida

El crecimiento de la informalidad en la venta de alimentos no solo afecta a los negocios establecidos, sino que representa un serio riesgo para la salud de todos. Mientras la comida callejera siga fuera del control sanitario y fiscal, la ciudadanía se mantendrá vulnerable.

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