Comerciantes piden agilizar tiempos de cruces
Las filas de horas que se registran de manera concurrida han generado reducción de turismo en el centro.

Las largas filas para cruzar a Eagle Pass, Texas, ya no son un fenómeno exclusivo de los fines de semana. Desde hace semanas, el congestionamiento vehicular en los puentes internacionales se presenta también durante los días hábiles, lo que ha generado molestias entre los ciudadanos y, sobre todo, un impacto negativo en la actividad comercial de ambos lados de la frontera.
El cruce hacia Estados Unidos, que por años ha sido parte del día a día de la población fronteriza, se ha vuelto en las últimas semanas un trayecto complicado que puede demorar hasta más de dos horas, particularmente en horarios pico y los fines de semana. La situación ha comenzado a generar preocupación entre comerciantes locales y de Eagle Pass, quienes advierten que este problema se está convirtiendo en una limitante para el turismo y el comercio binacional, afectando la economía directa de muchos pequeños y medianos negocios que dependen del tránsito fluido entre ambas ciudades.
En el caso de Piedras Negras, los comerciantes del centro histórico, especialmente los establecidos en el Mercado Zaragoza, señalan que el flujo de visitantes ha disminuido considerablemente, ya que muchos turistas del lado estadounidense optan por no cruzar debido a la espera excesiva que deben soportar para regresar. Asimismo, ciudadanos mexicanos que suelen cruzar para realizar compras o visitar a familiares también han reducido sus cruces, desalentados por las condiciones actuales.
El presidente de la Unión de Comerciantes del Mercado Zaragoza, Héctor Portillo, explicó que este tipo de situaciones representan un duro golpe para quienes dependen del comercio transfronterizo. “La gente que antes cruzaba a diario o con regularidad ahora lo piensa dos veces, y no solo por el tiempo de espera, sino también por el intenso calor que se vive en la región, lo que hace casi imposible considerar la opción de cruzar caminando”, señaló.
En condiciones normales, el cruce peatonal podía ser una alternativa viable para quienes necesitaban desplazarse de forma rápida. Sin embargo, con las altas temperaturas que superan los 40 grados centígrados, incluso esa posibilidad se vuelve inviable, especialmente para adultos mayores, personas con discapacidad o quienes transportan productos.
Las filas por el puente internacional número uno llegan a extenderse hasta la calle Periodistas, mientras que por el puente dos alcanzan incluso la Plaza de las Culturas, lo que implica que los vehículos deben avanzar a paso lento por más de 10 cuadras antes de alcanzar la caseta de inspección. Este panorama ha causado también problemas viales en las zonas aledañas, donde el tráfico local se ve interrumpido por las filas de vehículos que esperan su turno para cruzar.
Las causas de este problema no han sido confirmadas oficialmente, pero diversos testimonios coinciden en que podría tratarse de revisiones más exhaustivas por parte de las autoridades estadounidenses, o bien una posible falta de personal del Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), lo que ralentiza el proceso de cruce. En ambos casos, la solución requiere diálogo y coordinación entre los gobiernos de ambos países para agilizar los cruces sin comprometer la seguridad.
En el ámbito económico, los comerciantes tanto de Piedras Negras como de Eagle Pass han comenzado a resistir los efectos negativos de esta situación. En el lado mexicano, se reporta una baja en las ventas del comercio informal y formal, especialmente en productos de consumo inmediato y en giros como alimentos, ropa y artículos de regalo. En el lado texano, algunos negocios que dependen del cliente mexicano también han experimentado una disminución en la afluencia.
La situación se vuelve especialmente delicada si se toma en cuenta que nos encontramos en la temporada previa al regreso a clases, uno de los periodos comerciales más importantes del año. Muchas familias acostumbraban realizar sus compras escolares a ambos lados de la frontera, aprovechando precios competitivos, variedad de productos o simplemente por tradición. Este año, las filas interminables están limitando esa dinámica.
A la par del impacto comercial, el impacto social también comienza a sentirse. Muchas personas que cruzaban diariamente para trabajar o atender asuntos personales, como consultas médicas o trámites, se ven obligadas a reorganizar sus agendas para considerar el tiempo extra en los trayectos, lo que genera estrés y pérdida de tiempo productivo.
Frente a este panorama, líderes sociales y representantes del sector comercial están haciendo un llamado urgente a las autoridades locales, estatales y federales, para que se establezca una mesa de diálogo con sus homólogos estadounidenses, y se puedan evaluar soluciones inmediatas. Algunas de las propuestas incluyen la asignación de más personal en las casetas de revisión, la apertura de más carriles de cruce durante horas pico, y la creación de mecanismos que prioricen el tránsito esencial, como trabajadores, estudiantes o residentes transfronterizos.
Mientras tanto, la ciudadanía continúa padeciendo los efectos de esta situación, que, además del tiempo perdido y la incomodidad, representa un freno a la actividad económica y social que caracteriza a esta zona fronteriza, históricamente activa y dinámica.
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