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Cacería responsable impulsa turismo en la Región Carbonífera

Cacería responsable y turismo rural en la Región Carbonífera fortalecen economía y biodiversidad, con rutas ecológicas en el Rancho Doble 77.

Turismo
Alberto Solís
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Autoridades y prestadores de servicios promueven nuevas rutas ecológicas y actividades rurales que fortalecen la economía y la biodiversidad.

En medio del paisaje árido y majestuoso del norte del estado, el Rancho Doble 77, propiedad de la familia Villarreal, representa un ejemplo claro de cómo la tradición, la conservación ambiental y el impulso económico pueden convivir de manera responsable. Desde hace años, este espacio combina la cacería deportiva sustentable con la promoción del turismo rural, atrayendo visitantes de diferentes regiones del país y del extranjero.

Tradición familiar con visión sustentable

La historia del rancho está profundamente ligada a la familia Villarreal. Don Beto y Galino Villarreal han heredado una pasión por la cacería que se remonta a generaciones pasadas, pero con un enfoque moderno y responsable.“Antes no había venados aquí. Los fuimos cultivando poco a poco, hasta formar una reserva y mejorar su genética. Todo comenzó con el gusto por el campo y el respeto por la naturaleza”, explicó don Beto, mientras recorre los terrenos ubicados a la orilla de la carretera estatal Barroterán–Múzquiz.El Rancho Doble 77 está registrado oficialmente como rancho cinegético, lo que permite a sus propietarios participar en programas de manejo sustentable de fauna silvestre. Cada año, la Secretaría de Recursos Naturales realiza un censo de población para determinar cuántos ejemplares pueden cazarse sin afectar el equilibrio del ecosistema.

Cacería con propósito económico

Más allá del deporte, la cacería en el Rancho Doble 77 se ha convertido en una fuente alternativa de ingresos para la familia y la comunidad. “El gobierno federal impulsó la creación de ranchos cinegéticos para diversificar la economía del campo. Así el ganadero puede tener otra entrada de recursos sin dañar el entorno”, explicó Galino Villarreal. Los venados cola blanca y pecaríes de collar que habitan el rancho son criados con cuidado durante varios años. Se alimentan con maíz y suplementos especiales, lo que representa una inversión significativa. “Criar un venado puede costar lo mismo que un becerro. El proceso es largo, pero vale la pena”, comentó Galino. Un ejemplar maduro puede alcanzar un valor de entre 40 y 50 mil pesos, dependiendo de su tamaño y genética. No obstante, los Villarreal insisten en que el objetivo principal no es económico, sino mantener una práctica sustentable que promueva la convivencia, el respeto y la pasión por el campo.

Visitantes nacionales e internacionales

Cada temporada de caza, el Rancho Doble 77 recibe visitantes de Torreón, Michoacán, Monclova, Piedras Negras y de Estados Unidos, quienes llegan atraídos por la experiencia de cacería deportiva y el ambiente familiar que ofrece el lugar. Muchos de ellos repiten su visita año tras año, formando lazos de amistad con la familia Villarreal. “Aquí llegan amigos de muchos lugares. Disfrutan la comida, la convivencia y sobre todo la naturaleza. No solo vienen a cazar, vienen a vivir la experiencia del rancho”, afirmó don Beto.La llegada de cazadores y turistas genera una derrama económica importante en la región, beneficiando a restaurantes, talleres, gasolineras y comercios locales. Además, impulsa el turismo rural, posicionando a San Juan de Sabinas como un destino ideal para quienes buscan contacto directo con la naturaleza y actividades al aire libre.

Regulación y responsabilidad ambiental

La cacería en el Rancho Doble 77 se realiza bajo un estricto control oficial. Cada pieza cazada debe portar un cintillo con código QR emitido por la Secretaría de Recursos Naturales, lo que garantiza su legalidad.“El cintillo se coloca en el cuerno del animal y sirve para comprobar que fue cazado dentro del número permitido. Así se evita la caza furtiva y se mantiene el equilibrio en la población”, explicó Galino Villarreal.La carne del venado no se comercializa de manera general, sino que se consume localmente o se aprovecha para elaborar productos artesanales como carne seca o chorizo de venado, preservando así las tradiciones del norte de Coahuila y evitando el desperdicio.

Convivencia, herencia y desarrollo sustentable

Para la familia Villarreal, la cacería es mucho más que un deporte: es una forma de convivencia y herencia cultural. Cada experiencia deja una historia, un recuerdo compartido entre amigos o familiares. “Cada venado tiene su historia. No se trata solo de cazar, sino de vivir la experiencia, de recordar y disfrutar el campo”, expresó don Beto.El rancho cuenta con una reserva de más de 200 hectáreas, donde se promueve la reproducción controlada y el manejo responsable de las especies. Gracias a este trabajo constante, hoy es común ver venados en zonas donde hace tres décadas no existían.El Rancho Doble 77 demuestra que la combinación de tradición, turismo y sustentabilidad puede fortalecer la economía local sin comprometer la naturaleza. Su modelo de manejo cinegético se ha convertido en un referente regional, donde la pasión por la cacería se transforma en respeto por la vida silvestre y en una oportunidad de desarrollo para San Juan de Sabinas y toda la zona minera.

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