Baches en Monclova: un dolor de cabeza y un golpe al bolsillo

Los baches en Monclova no solo dañan las calles, también vacían los bolsillos: reparar una llanta, un rin o la suspensión puede costar desde 100 hasta 12 mil pesos. 

Más allá de los problemas de movilidad y los riesgos viales, los baches en las calles de Monclova representan un golpe directo al bolsillo de los ciudadanos. Este problema urbano, que se agrava notablemente durante la temporada de lluvias, ha dejado de ser solo una molestia y se ha convertido en un gasto imprevisto que afecta la economía de cientos de automovilistas.

Cuando llueve, los baches se transforman en verdaderas trampas invisibles. El agua acumulada impide que los conductores perciban su tamaño o profundidad, y el impacto puede ser tan costoso como inesperado.

Un bache puede costarte desde 100 hasta 10 mil pesos

De acuerdo a Juan Carlos Reyna empelado de una de las vulcanizadoras más conocidas en la ciudad, los daños más comunes son las ponchaduras de llanta, que, dependiendo de la gravedad, pueden solucionarse con un parche que cuesta entre 100 y 200 pesos, o bien, si la llanta revienta, el reemplazo de un neumático puede costar entre 800 y 1,200 pesos, e incluso llegar hasta 3,500 pesos, si se trata de una llanta de mayor tamaño o gama alta.

Sin embargo, los daños no siempre se quedan ahí. Los rines doblados o rotos elevan la factura considerablemente. La reparación de un rin dañado ronda entre los 500 y 1,500 pesos, pero si se requiere reemplazo, los costos pueden ascender a 10 mil pesos, dependiendo del modelo del vehículo.

Aún más grave resulta el impacto sobre la suspensión del automóvil. Un daño en amortiguadores, bujes o bases puede representar gastos desde 500 pesos por pieza, hasta casos extremos donde el costo por reparar la suspensión completa supera los 12 mil pesos, según talleres y refaccionarias consultados en la ciudad.

Un problema que se repite cada año

El deterioro de las calles no es nuevo para los monclovenses, pero cada temporada de lluvias la situación se intensifica. Los encharcamientos ocultan los desperfectos y las carreteras secundarias, así como algunas avenidas principales, se convierten en un terreno minado para los vehículos.

En redes sociales es común ver denuncias sobre baches en colonias como Praderas, Asturias, Colinas de Santiago y en vialidades como el Bulevar Harold R. Pape, donde automovilistas comparten fotografías de daños a sus vehículos y exigen a las autoridades municipales una solución permanente.

Impacto económico invisible

Más allá de los daños directos, el problema afecta la economía local de manera indirecta. Los talleres mecánicos reportan un alza en las solicitudes de reparación durante esta temporada, lo que, si bien representa trabajo para ellos, refleja un gasto imprevisto que golpea la economía familiar.

Los ciudadanos deben destinar recursos que no estaban contemplados, afectando su presupuesto mensual, mientras el problema de fondo el mantenimiento vial sigue sin una solución definitiva.

¿Prevención o resignación?

Mientras las autoridades avanzan a cuenta gotas con los trabajos de bacheo, los conductores solo pueden optar por la precaución: reducir la velocidad, evitar zonas encharcadas y reportar los baches más peligrosos.

Sin embargo, en un contexto económico donde la inflación y los gastos cotidianos ya presionan el bolsillo, caer en un bache es mucho más que un mal momento: es un gasto inesperado que puede representar desde unos cuantos cientos hasta varios miles de pesos.

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