Adiós al efectivo
¡Al pesebre… fieras!
El dinero en efectivo ha sido el rey de las transacciones en nuestro país. Sin embargo, ese reinado parece estar en franco declive. Las billeteras digitales (Wallet), los pagos sin contacto y las tarjetas virtuales están ganando terreno, no solo por comodidad, sino como una forma más segura de mover el dinero y evitar fraudes. Desde 2013, con la llamada Ley Antilavado, se han impuesto restricciones al uso de efectivo en ciertas actividades. El objetivo: combatir la evasión fiscal y frenar el lavado de dinero. Aunque la intención es clara, en la práctica, el efectivo sigue siendo ampliamente utilizado.
Hoy en día pagar con el celular es cada vez más común. Plataformas como Apple Pay, Google Wallet y las apps de los bancos permiten añadir tarjetas para hacer pagos sin necesidad de plástico. El proceso es sencillo: al registrar una tarjeta, el sistema genera un token, un número digital único que sustituye al real. Este token se utiliza para cada pago, junto con un código de seguridad que cambia en cada transacción. Es decir, incluso si de alguna forma interceptaran los datos, no podrían ser usados.
La diferencia en seguridad es significativa. Mientras que el uso de tarjetas físicas sigue expuesto a clonaciones en cajeros o terminales modificadas, los pagos digitales no comparten información sensible. Tampoco hay riesgo de que quien te cobre se lleve la tarjeta fuera de tu vista para pasarla por un lector oculto. Además, cada vez que se hace un pago con estas plataformas, el usuario recibe una notificación inmediata, con conceptos y datos como la geolocalización.
Las tarjetas virtuales también se han convertido en una herramienta clave, especialmente para compras en línea. Muchos bancos ofrecen versiones digitales de las tarjetas físicas, a veces con números de token que cambian cada vez que se usan, dificultando su mal uso. Así, el uso de tarjetas virtuales debería ser más usado para hacer pagos en línea y los pagos con billetera digital (sin contacto) en los negocios como restaurantes y tiendas de conveniencia es lo más recomendable.
A pesar de estas ventajas, no todo el comercio ha adoptado la tecnología. Algunos establecimientos aún no cuentan con terminales que acepten pagos sin contacto, y hay sectores de la población que desconfían de los sistemas digitales. También hay que sumarle que algunos negocios te cobran un porcentaje por el uso de terminal, algo que en teoría no está permitido.
La tecnología no solo nos ahorra tiempo, también puede ayudarnos a evitar dolores de cabeza. Y mientras existan tarjetas físicas, habrá quienes intenten clonarlas. Tal vez la mejor defensa ya no sea ocultar el NIP con la mano, sino dejar de usarlo.
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