2-1. El Atlético le pierde el respeto al Inter

El Atlético de Madrid reaccionó justo cuando más lo necesitaba. Estuvo cerca de pagar caro el exceso de respeto hacia un Inter de Milán que solo fue superior en los momentos en los que el equipo de Simeone se lo permitió.

No es habitual —y menos en el Metropolitano, donde los rojiblancos suelen imponer su ley— ver a un Atlético tímido, con poca ambición y más conservador de lo normal. Sin embargo, esa fue la imagen durante dos tercios del duelo de Champions que terminó inclinándose a su favor en el último instante, gracias a un golazo del “Comandante” tras un tiro de esquina. Un triunfo que vale oro para acercarse a la siguiente fase.

Cuando el Atlético se encontró arriba en el marcador sin haber hecho gran cosa, empezó a especular. Ahí creció el Inter, que logró empatar. Solo entonces apareció la versión más agresiva y decidida del conjunto rojiblanco. Y de no ser por el salto milagroso de Giménez en la última jugada, los dos puntos habrían volado. Simeone haría bien en guardar este partido en la memoria: ceder tanto tiempo de dominio ante rivales de este nivel puede dejarte fuera.

El Inter salió decidido y generó preocupación en las gradas del Metropolitano. Di Marco, que ya sabía lo que era marcar en este estadio, estuvo a punto de repetirlo en la primera acción del partido con un tiro libre que Musso desvió con una gran estirada.

Con los laterales del conjunto italiano muy adelantados y una línea de cinco mediocampistas, Di Marco encontraba espacios a la espalda de Nahuel Molina y Giuliano, llegando con peligro al área, aunque sin precisión en sus remates.

Los primeros minutos fueron caóticos para el Atlético: imprecisiones en pases fáciles y transiciones desordenadas. Y en ese contexto, el Inter siguió generando: un tiro de Çalhanoglu, otro de Bisseck… Los italianos parecían más cómodos.

El Atlético, más pausado de lo habitual y con mucho respeto hacia el rival, apenas había pasado los diez minutos cuando, tras una pérdida de Molina que él mismo corrigió, Giuliano corrió por derecha y centró al área. El balón se desvió en Bastoni y acabó rebotando en Carlos Augusto antes de golpear a Álex Baena y caerle a Julián Álvarez, que definió cruzado ante Sommer. Letexier anuló el gol por mano, pero tras revisar en el VAR terminó dándolo por válido. Ya son diez goles del argentino en 14 partidos con el Atlético.

Con la ventaja, los rojiblancos dieron un paso atrás y el Inter lo aprovechó. Çalhanoglu volvió a intentarlo desde lejos con un tiro complicado que Musso detuvo. Para un equipo tan intenso como el de Simeone, acostumbrado a morder desde el inicio, sorprendía este planteamiento tan prudente.

La idea de bajar revoluciones no era del todo mala: Giuliano y Gallagher ayudaban por las bandas para contener el ancho juego de Chivu. Hasta el descanso, lo más destacado fueron dos penaltis reclamados por Giuliano, ambos desestimados por Letexier.

El Atlético pudo pagarlo caro antes del entretiempo: una pérdida de Giuliano permitió que Barella asistiera a Di Marco, que buscó la escuadra y rozó el gol.

SEGUNDA PARTE

La segunda mitad comenzó igual: Inter dominador y Atlético a la expectativa. En la primera jugada, Barella recibió un pase largo de Bastoni y, con un control exquisito, picó el balón sobre Musso, estrellándolo en el travesaño. Habría sido un gol espectacular.

El Inter siguió apretando y Musso volvió a salvar al equipo ante un disparo de Di Marco tras pase de Lautaro. Pero el empate llegó poco después con una buena combinación en la frontal que dejó a Zielinski mano a mano con el portero, esta vez sin respuesta.

Simeone movió el banquillo: entraron Pubill, Nico González y Koke. Aunque no hubo tiempo de ver el efecto de los cambios, Giuliano y Baena tuvieron dos ocasiones seguidas. Fue entonces cuando el Atlético despertó de verdad. También ingresaron Sorloth y Griezmann, generando más peligro en pocos minutos que en todo el partido anterior.

El Atlético encerró al Inter en los minutos finales. Y cuando ya parecía que el empate era inevitable, Giménez se elevó por encima de todos en un córner y cabeceó el balón a la red, desatando la locura en el Metropolitano.

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